A veces nuestros hijos son inaccesibles. Por la etapa madurativa que están pasando. Por su personalidad. Y en muchas ocasiones, desafortunadamente, porque levantan barreras entre ellos y nosotros.
Nuestras prisas, nuestras preocupaciones, nuestra manera de hablar influye en su aislamiento. Llevamos una vida demasiado apresurada. Para colmo, ellos también.
Tómate un tiempo para reflexionar sobre la relación con tu hijo, sobre el modelo de vida que le ofreces. ¿Disfrutas de la vida? ¿Tienes tiempo para lo que de verdad importa? ¿Estás siempre disponible para tu familia?
No se trata de buscar culpables, sí de buscar soluciones.