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¿Cómo ayudar a tu hijo a que asuma sus tareas domésticas?

Primer paso. Enséñale físicamente cómo se hace con calidad una tarea.

Si quieres que tu hijo meta los platos sucios en el lavavajillas enséñale donde van los platos grandes, los pequeños, los vasos, los tazones. Enséñale a limpiar de restos de comida los platos y a aclararlos antes de colocarlos en el lavavajillas. Lo más importante, enséñale el criterio de clasificación que deben usar para distribuir la vajilla sucia: tamaño, forma, altura…
De esta manera no tendrá excusa para amontonarlo todo, haciéndolo rápido y mal. Entenderá el por qué de hacerlo de una determinada manera y no de otra, encontrando un sentido a lo que hace. Si lo entiende, él mismo se exigirá calidad. Si le obligas, solo lo hará cuando le mires o controles.

Segundo paso: Ofrécele unos límites firmes, unas expectativas claras y unas consecuencias lógicas.

Oscar, 12 años. A menudo olvida llevar el cubo de la ropa sucia a lavar y su madre se lo ha de recordar muchas veces (límites débiles)

Mensaje débil: Acuérdate de llevar el cubo de la ropa sucia a lavar. Me gustaría no tenértelo que recordar (mensaje impreciso).
Mensaje firme: Tu obligación es llevar el cubo de la ropa sucia a lavar antes de ponerte a jugar (límite firme). Si decides no llevarlo, no podrás jugar el resto de la tarde (consecuencia lógica).

Tercer paso. Establece como norma que las obligaciones se harán antes de jugar o de cualquier otra actividad gratificante.

Ignacio, 9 años. Por la mañana se levanta con mucha hambre y, después de hacer un pipi en el water, baja corriendo a desayunar. A menudo, mancha la taza del water con gotas de pipí pero no se preocupa por limpiarla.
Le dice a su padre que ya lo hará pero después del desayuno se marcha al colegio y cuando vuelve todo está limpio.
El problema se arreglaría si los padres invirtieran las tareas: primero limpiar el water y luego desayunar, aunque durante un par o tres de días se vaya sin desayunar al colegio.

Puedes aplicar este principio a tareas tan variadas como hacer las camas, quitar y poner la mesa, hacer los deberes, ordenar el cuarto, limpiar los zapatos, ordenar los juguetes.

Cuarto paso: Tus hijos han de ver que tú también cumples con tus obligaciones y, además, con buena predisposición.

Han de concluir por tu actitud que las obligaciones son una prioridad en la vida de las personas, adultas o no, y como tal las debemos hacer concienzudamente ya que son inevitables y que hacerlas bien a la primera suele evitar repeticiones y proporciona satisfacción.

Las obligaciones domésticas, con un sentido, con una trascendendencia y con la información necesaria se convierten en parte del desarrollo cognitivo. Generalmente requieren orientación temporal y espacial, considerar dos o más fuentes de información a la vez, percepción clara y precisa de lo que se tiene que realizar, diferenciar datos relevantes e irrelevantes, planificación de la conducta, categorización, precisión y exactitud en las respuestas, conducta controlada…

Tomemos en serio el tema de las tareas domésticas, no solo como obligaciones que deben tener todos los miembros de una familia para que esta conviva en armonía sino para que nuestros hijos desarrollen y entrenen sus habilidades cognitivas de una manera práctica y sistemática.

Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com

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