A veces creemos que nos dicen “no” y solo nos están diciendo “ayúdame”.
Los más pequeños, gritan, lloran y tienen pataletas. Lo mayores, nos desafían y nos hieren con palabras de recriminación.
Si entendemos que se comportan de esa manera porque están en formación y todavía no tienen recursos para gestionar sus emociones, nos será más fácil ser conscientes que lo que necesitan no es una recriminación o un castigo sino un modelo de actuación para poder repetir en el futuro.
Ante un reto de tu hijo pregúntate, ¿qué es lo que quiero que aprenda mi hijo con mi intervención? ¿Qué es lo que necesita en realidad?