«¡Tan pequeño y con un temperamento tan marcado!». La mayoría de los padres hemos pensado algo así cuando nuestro bebé se ha lanzado a llorar con todas sus fuerzas en mitad de la noche para reclamar su alimento o su chupete. Cuestionarnos si debemos o no responder a las demandas de nuestro bebé de forma inmediata, si debemos cogerle a menudo en brazos y hasta qué punto nuestras respuestas a sus señales modelarán esa herencia genética con la que ha nacido, nos ayudará a determinar si todos los bebés han de ser tan dormilones, tranquilos y tragones como el de nuestros vecinos.
El llanto, la irritabilidad y dormir poco, suelen ser las muestras «temperamentales» a las que nos referimos cuando decimos que nuestro bebé tiene un «temperamento difícil». Conviene que valoremos si:
- ¿Necesita más contacto físico del que le ofrecemos?
- Cuando llora y está reclamando atención, ¿nos sentimos interrumpidos?
- ¿Realmente puede dormir toda la noche de un tirón?
- ¿Es un bebé irritable o está atravesando la etapa (alrededor de los 8 meses) en la que los extraños y los cambios son difíciles de encajar?
- ¿Sería mejor, en el caso de que lo estemos amamantando, alimentarle a demanda?
- ¿Encontramos irritante su llanto porqué nosotros estamos agotados, tensos, ansiosos, etc.?
- ¿Duerme poco porque es nervioso o está nervioso porque duerme poco?
- ¿Si le etiquetamos de «difícil» estaremos ayudando a nuestro bebé a mejorar su adaptabilidad, o por el contrario lograremos fijar sus reacciones y respuestas cada vez que éstas confirmen lo que para nosotros ya es evidente?
- ¿Somos suficientemente conscientes de que un recién nacido es único y diferente y que como tal debemos tomar tiempo para conocerle, adaptarnos a él y facilitarle su adaptación a la realidad que le circunda?
Responder a preguntas como las anteriores sin dejarnos llevar por las opiniones de abuelas, amigos o «padres expertos», nos ayudará a determinar si nuestro bebé «tiene un temperamento difícil» o se nos hace a nosotros difícil responder a sus necesidades y a sus demandas dada la situación familiar en la que nos encontramos (pues no siempre las familias atravesamos nuestro mejor momento y la llegada de un recién nacido acostumbra a complicar las cosas) o a las expectativas que nos hicimos de cómo sería nuestro bebé (el más dormilón, tranquilo y tragón que haya existido). Las percepciones del temperamento suelen ser relativas porque se enmarcan en un ambiente y bajo unas condiciones determinadas.
Coger al bebé muy a menudo no sólo no es contraproducente sino que es muy beneficioso para su desarrollo. Ten en cuenta que:
- Cuando cogemos a nuestro bebé y le hablamos, le mecemos, le cantamos, le estamos demostrando cuánto le amamos y cuán importante es él para nosotros, estamos estableciendo la base de la educación, de la estimulación y del correcto desarrollo de cualquier niño del mundo.
- Un bebé necesita ser cogido, abrazado, mecido y paseado durante largas horas. La interacción con él durante esos momentos le darán las claves en las que asentará su seguridad y confianza posteriores, tanto en sí mismo como en la familia y el hogar al que pertenece.
- Debemos consolarle cuando llora, tanto de día como de noche. Si lo hacemos de manera diferente le estaremos ofreciendo mensajes contradictorios en relación a lo que puede esperar de sus padres.
- Hablarle con voz suave y tono grave le ayudará a calmarse más que ofrecerle el chupete o intentar distraerle con un juguete.
- Dejarle llorar largos ratos no beneficia al bebé. Se ha constatado que el bebé puede callar no porque haya logrado calmarse solo, sino porque se ha bloqueado.
Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria
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