Nuestro hijo se empieza a poner nervioso porque no consigue lo que quiere y esa decepción,
que no puede soportar, provoca un ataque contra todo y todos. Dicho ataque va acompañado de gritos, chillidos, insultos, golpes, llantos, pataletas y otras manifestaciones de rabia. Entender la rabieta de nuestro hijo es el primer paso para poder hacer algo contra ella. No hay que preocuparse excesivamente, entre los dos y los cuatro años se consideran una forma normal de expresión y pueden aparecer posteriormente en momentos de cambios o tensiones.
¿Cómo prevenir la rabieta?
- Tener en cuenta si nuestro hijo está alborotado, cansado, tiene hambre o sueño, o sufre
cualquier otra alteración transitoria que le incapacite para enfrentarse a determinados deberes o exigencias. - No proponerle actividades o juegos que precisen de mayor destreza de la que él posee. En general,evitar tareas de dificultad elevada que puedan provocar un sentimiento de frustración o decepción.
- Evitar aquellas situaciones, lugares o incluso personas, en la medida que sean evitables, que sabemos que alteran a nuestro hijo.
- Explicarle aquello novedoso o distinto de lo habitual que va a suceder e indicarle cuál deberá ser su comportamiento.
¿Qué hacer cuándo la rabieta ha entrado en escena?
- Cambiar de actividad o de lugar para que nuestro hijo se concentre en otra cosa.
- Mantener la calma y el control, porque eso hará que él también se calme.
- No hacer mucho caso de la escena; es normal y se le pasará.
- Una vez ha pasado la rabieta, recordarle que lo queremos mucho y que siempre lo querremos, a pesar de lo que haga.
- Reflexionar sobre lo ocurrido una vez haya pasado la rabieta explicándole que hay otras formas de mostrar su enfado o frustración.
¿Qué no hay que hacer?
- No gritar, pegar, castigar ni burlarse.
- No intentar dialogar en ese momento.
- No claudicar para que la rabieta acabe.
Artículo relacionado con estos consejos prácticos: Las rabietas infantiles.