Cuando nuestro hijo se equivoca, no solo él busca excusas para justificarse, en ocasiones también nosotros las buscamos por él: “Pobrecito, es tan pequeño…”, “Hace lo que puede pero es tan torpe…”, “Es tan impulsivo que no puede controlarse…”, “Es tan sensible que enseguida se altera…”.
Una cosa es ser comprensivo y otra indulgente. Si se equivocan, acepta lo ocurrido sin disculparlo:
- “Sé que controlar tu rabia cuando estás enfadado es difícil pero es inadmisible que me hables de esa manera”.
- “Entiendo tu enfado y que te cueste controlarte pero no está permitido en esta casa golpear los muebles”.
Entonces, ayúdalo a buscar estrategias para corregirlo. Sin disculpas ni excusas. Con aceptación, consecuencias si las hubiera y proactividad.
Si justificas sus errores… ¿cómo va a aprender?
Acepta sin disculparlo.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos