Es normal que alrededor de los 3 años, tu hijo se lance en sus primeros pinitos por el mundo de las palabrotas. Pero si deseas que el conocimiento de ese mundo sea algo pasajero y no un lugar en el que acomodarse, es importante abordar este periodo con la máxima naturalidad. Un taco no es nada sin la carga expresiva que lo acompaña y si anulamos esta carga expresiva, esa palabra acostumbra a perder su poder y a desinflarse como un globo. Anular el poder que tienen las palabrotas y la fascinación que provoca en los peques, depende mucho de las reacciones del adulto.
- Evita reír o sonreír . Es una reacción que invita a repetir la palabrota.
- Tampoco le regañes demasiado. Cuando regañamos a nuestro hijo, él asocia la palabrota con nuestra atención.
- Evidentemente, tampoco te rías ni utilices exclamaciones ante las palabrotas que dicen otros niños. Eso provoca confusión en tu hijo porque no sabrá por qué te fijas en lo que dicen otros y no en lo que dice él, y no sabrá si eso es correcto o no.
- Predica con el ejemplo. A los padres se nos pueden escapar palabrotas alguna vez, pero debes hacer un esfuerzo por mantener la mayor coherencia posible. Si se te escapa alguna delante de tu hijo añade una disculpa detrás. Ese será un buen ejemplo para él.
- Evita entrar en el terreno de la provocación. Si él persiste en decir palabrotas intenta ignorarlo. Si continúa, quizás deberías plantearte por qué tiene tanta necesidad de llamar la atención y si tú estás actuando de la mejor manera posible (si le brindas suficiente atención, si quizás eres demasiado rígido con él, etc.)
- En el caso de que las palabras sean fuertes y puedan provocar problemas de relación social, nunca debes ignorarlas ni pasarlas por alto. Entonces puedes actuar de varias maneras:
– Estando tu hijo presente, nunca comentes con otras personas lo que él haya dicho en algún momento..
– Explícale que esas palabras molestan a los demás y pueden resultar muy ofensivas.
– Ofrécele alternativas: en lugar de decir esto, puedes decir esto otro; utilizar interjecciones como «ay», «vaya», etc. o marcadores como «oye», «mira», etc.
– En ocasiones, una reacción enérgica e inmediata por tu parte mostrando tu desacuerdo y contrariedad puede enseñarle que eso que ha dicho es inaceptable y es posible que sea suficiente para mantenerlo «a raya» durante un tiempo.
– Cuando se trate de palabrotas o insultos dirigidos a otros, enséñale a disculparse, a pedir perdón si molesta u ofende a alguien con lo que ha dicho.
– Ofrécele una palabra desconocida y atractiva para él que sustituya a una palabrota «afincada» en su vocabulario habitual. Por ejemplo, prueba a sustituir «idiota» por «parapete» o «totati».
Itziar Franco Ortiz
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