«No deja de moverse en la silla, tarda una eternidad en hacer los deberes, se distrae por tonterías, he de estar constantemente a su lado, he de repetir la misma orden cinco veces para que obedezca (si es que obedece)… «¿Te suenan estas quejas?. La mayoría de padres y madres las hemos sufrido en nuestra piel más de una vez y sin embargo, no todos nosotros consideramos a nuestros hijos hiperactivos. ¿Qué tiene mi hijo realmente de hiperactivo? ¿Puede ser que sencillamente sea un niño inquieto y curioso? ¿Es posible que yo no sepa adaptarme a su ritmo de aprendizaje y por eso su conducta sea tan nerviosa? La hiperactividad es una palabra muy seria que no debe pronunciarse con frivolidad: ¡los niños muy movidos pueden no ser hiperactivos!
- Los integrantes de la familia deben reconocer sus propios ritmos vitales y los de su propio hijo. Se evitarán así enfrentamientos simplemente por la diferente manera de entender la actividad diaria y de reaccionar delante de ciertas situaciones y rutinas familiares. Ejemplo: Un niño rápido, con tendencia al descontrol con una madre ordenada, lenta y metódica dará lugar por diferencias de ritmos a choques permanentes si no hay un análisis adecuado.
- Controla aquellos estímulos que lleguen a irritar a tu hijo: programas de TV violentos, juegos muy activos, gritar en vez de hablar, dieta con exceso de dulces… favoreciendo un clima de sosiego y autocontrol siempre que sea posible.
- Evita un clima de aceleración excesiva donde el niño inquieto, movido se excite progresivamente. Utiliza órdenes claras, cortas, valorando con refuerzos personales los esfuerzos realizado por tu hijo por mínimos que estos sean.
- Mantén en lo posible un clima de seguridad afectiva y nunca comercialices con el afecto porque tu hijo se porte mal.
- Ten una actitud de contención pero marca claramente las normas. En todo momento debe saber las consecuencias negativas de sus actos.
- Evita definir a tu hijo utilizando calificativos personales y de definición de sí mismo, etiquetando al ser en vez de valorar su comportamiento con algo temporal: estar. Ejemplo: «hoy has estado muy bien» en vez de «hoy has sido muy bueno».
- Se comprensivo/a (no permisivo) con las dificultades de autocontrol de tu hijo. La enseñanza de una disciplina familiar requiere afecto, dedicación, tiempo, tolerancia y mantenimiento de las pautas educativas al margen de la rapidez de su éxito o fracaso. Educar un niño inquieto, irritable y energético requiere tiempo y cualquier objetivo hay que planteárselo con paciencia, prudencia y constancia.
- No tengas prisas por obtener resultados. No te sientas derrotado/a porque un día te hayan salido las cosas mal. Educar requiere tiempo y aceptar que somos seres humanos, que nos equivocamos. No pases un examen diario sino valora tu implicación personal.
- Evita dar demasiada atención a sus conductas negativas y responde de forma adecuada cuando aparezcan conductas o reacciones positivas. Una conducta reforzada positivamente tiende a reproducirse posteriormente, añadiendo a ello la sensación emotiva de tu hijo, de gustar y de ser aceptado, difícil de conseguir en niños a los que se está encima en exceso.
- Evita dar dobles mensajes. Decir y hacer cosas diferentes. No prometas cosas que no se podrás realizar y no castigues con situaciones insostenibles que te harán sentir culpable y que no sabrás mantener. Esta situación provocará que poco a poco tu hijo no se crea aquello que le dices sino aquello que habitualmente haces.
- Descargar tensión en tus hijos «soltando bilis» es humano pero en el niño inquieto, movido e irritable (no sabemos si es hiperactivo) no ayuda a que generen estrategias de autocontrol.
José María Batlle Gelabert
Director de CODDIA
Artículo relacionado con estos consejos prácticos: ¿Es mi hijo hiperactivo o… sencillamente inquieto y movido?