¿Por qué nuestro hijo de dos años no es capaz de compartir sus cosas con los otros niños, y ni siquiera con sus propios padres? ¿Es un niño egoísta? Debemos tener claro que la actitud posesiva es normal en los niños de esta edad. Nuestro hijo todavía no entiende que una cosa le pertenece aunque la preste y la comparta. Tampoco entra en su cabecita que no puede tener todo lo que pide. Nuestro trabajo como padres y educadores consiste en conseguir que interiorice estos valores, teniendo en cuenta que nuestra actuación es un modelo importantísimo para su futuro comportamiento.
Para controlar y modificar las conductas egocéntricas de nuestro hijo intentaremos, ante todo, hacerle entender la importancia de las acciones generosas. Nosotros seremos su principal ejemplo, y por tanto debemos mostrar coherencia entre lo que hacemos y lo que decimos. ¿Cómo transmitir la generosidad? Algunas sugerencias:
- En cuanto la edad se lo permita, haz participar a tu hijo en la elaboración de un «reglamento rudimentario de la vida familiar». Aunque sea pequeño ha de aprender que las cosas de casa son de todos y se deben compartir.
- No crear sentimiento de pérdida. Si tu hijo ha decidido compartir su amado osito con un amigo, asegúrate de que éste vuelva a sus manos. En caso contrario, puede tener la sensación de haber perdido el objeto y tardará en volver a prestar algo.
- Crear situaciones de participación y cooperación. Promueve trabajos en grupo, como la construcción de un puzzle o rompecabezas.
- Reforzar las conductas positivas. Prémialo con un abrazo o una expresión cariñosa cuando preste uno de sus juguetes o muestre cualquier conducta de colaboración.
- Tener claros los valores que queremos inculcar y actuar consecuentemente.
- Es posible que cuando quiera arrebatar un juguete a otro niño y tú no se lo permitas, estalle la rabieta. Él siente que está defendiendo sus posesiones (aunque no sean suyas, él las asume como tales). No hagas caso del «numerito», y actúa según te dicte tu sentido común en cada situación. A veces los conflictos con la otra parte son muy delicados y tensos, y los padres debemos tener mucha prudencia.
Montse Barceló Moreso
Licenciada en Psicología
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