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La inteligencia a los 4 años

Estamos acabando de cenar, nuestro hijo ha cenado ya hace rato y está sentado en el sofá gesticulando como si también él estuviera cenando todavía, masticando, bebiendo de un vaso invisible y limpiándose la boca con una servilleta inexistente. Está imitando lo que ve. Estos juegos simbólicos o de imitación permiten a nuestro hijo conocer mejor la realidad en que vive. Nosotros podemos ayudarle a tomar contacto con el mundo que le rodea estimulando su razonamiento y permitiendo que se arriesgue en sus interpretaciones y extraiga conclusiones.

 

A los 4 años, el niño adquiere habilidades y destrezas nuevas que le permiten relacionarse mejor con la realidad. Sus esquemas mentales se van modificando a medida que organiza los conocimientos previos, asimila nueva información y aprende por medio de la experiencia. En muchas de sus intervenciones y actuaciones nos dará muestras de cómo va evolucionando su pensamiento. Fijémonos en qué hay detrás de algunas de ellas.

«Soy un guerrero y aquí tengo mi espada para luchar»

Nuestro hijo adquiere la capacidad de generar símbolos y utilizarlos en sus quehaceres cotidianos, sobre todo en los juegos que lleva a cabo. Es normal a esta edad ver que coge cualquier utensilio para jugar de forma simbólica. En este caso, una escoba, un paraguas… que haga de espada y una prenda alrededor del cuello que haga de capa servirán para representar a un guerrero en plena batalla.

«¿Diga?… Hola… No, no está. Vale, pues llama mañana»

Gran parte de sus juegos son de imitación. A nuestro hijo le gusta realizar aquellas actividades que ve hacer a las personas que le rodean porque es una manera de acercarse a, y comprender, la realidad en la que vive. Nos imita a nosotros (¿no nos suena demasiado ese teléfono móvil que empezamos a llevar sólo ‘por si acaso’?), a sus hermanos, a sus profesores, a otros niños del colegio y también a los personajes que ve en la televisión.

«Mira, he hecho un castillo»

Le gusta crear y pasar de un juego a otro. Si utiliza un juego de construcción, puede hacer formas tanto horizontal como verticalmente. La mayoría de las veces da nombre a lo que ha creado, tanto si es un dibujo, como una manualidad de plastelina u otro material, y lo utiliza en alguno de sus juegos simbólicos.

«A lo mejor viene una bruja…»

Le cuesta realizar una distinción realista entre la verdad y la imaginación. Para comprenderlo es importante tener en cuenta que la fantasía ocupa un lugar destacado en su pensamiento.

«¿Cuándo será verano? ¿Mañana?»

Aunque su capacidad de abstracción es cada vez mayor, nuestro hijo todavía no comprende algunas nociones de distancia y tiempo. Entenderá lejos y cerca: «Vamos a ir a un sitio que está más lejos que la casa de los abuelos», pero no «Vamos a ir a un sitio que está a 100 kilómetros de aquí». Del mismo modo comprenderá ayer, hoy, mañana y conceptos como poco o mucho tiempo: «Veremos a los primos dentro de mucho, mucho tiempo«, pero no: «Veremos a los primos el próximo verano».

«¿Cinco son muchos?»

El concepto numérico a esta edad no va más allá de «1, 2, 3 y muchos», aunque puede contar de memoria hasta 10 o más, e incluso hablará de números que no entiende como «67».

«No, así no se cuenta…»

Cuando le leemos un cuento, a veces no muestra interés por el argumento y algunas expresiones que se utilizan pueden confundirlo. Es preferible interpretar un cuento y adaptarlo a su capacidad de comprensión. Nuestro hijo preferirá una versión propia, con cambios de voz, adaptación del lenguaje empleado, comentarios personales o incluso anécdotas de la vida real que hemos compartido juntos.

«Pues ahora me enfado…»

Son expresivos en sus reacciones corporales (se cruzan de brazos si se enfadan, se tapan los ojos ante el miedo o la boca ante la sorpresa, se «doblan» de risa, etc.) y no dudan en manifestar espontáneamente sus sentimientos.

El pensamiento de un niño de 4 años se caracteriza por:
1.Centraje

Tiende a centrarse en un único aspecto de la situación u objeto. Por ejemplo, le enseñamos dos vasos de agua que tienen el mismo nivel de líquido, pero uno es mucho más ancho que el otro. Nuestro hijo dirá que tienen la misma cantidad, ya que solamente se fijará en la altura del líquido y no en la anchura del vaso. También le costará realizar clasificaciones múltiples: relaciona el concepto «perro» con el animal pero le será más difícil relacionar el concepto «pastor alemán» con el de «perro«.

2.Irreversibilidad

Puede seguir un proceso pero no es capaz de representarlo mentalmente en sentido inverso. Por ejemplo, le enseñamos una bola de plastelina y delante de él la dividimos en trozos más pequeños. Aunque haya visto el proceso, no comprenderá que esos trozos formaban parte de la bola grande y que pueden volver a esa forma original.

3.Concreción

Todavía no diferencia con claridad entre la realidad y la fantasía. Piensa que los muñecos o personajes que salen en la televisión son reales.

4.Egocentrismo

Piensa que todo y todos giran en torno a él. No considera que las demás personas tienen puntos de vista que pueden ser diferentes al suyo, es decir, cree que todos piensan como él.

5.Animismo

Todos los objetos se comportan como los seres humanos, todo tiene vida (muñecos, juguetes que llevan pilas, dibujos animados…).

6.Artificiosidad

Todas las cosas han sido fabricadas por las personas o por Dios (si se les habla de Dios, en cuyo caso generalmente se lo imaginarán como un gigante o un mago que construye las cosas igual que las personas). Algunos niños creerán, por ejemplo, que los lagos se llenan con cubos de agua o que el cielo es plano y está pintado.

7.Omnipotencia

Los niños piensan que los adultos, en especial sus padres, lo saben y lo pueden todo (creen que sus padres tienen todas las respuestas y pueden arreglarlo todo).

8.Finalismo

Todo tiene una causa, nada pasa por accidente (las nubes se mueven para tapar al sol). Está relacionado con las preguntas del niño sobre el por qué de las cosas.

9.Fenomenismo

Confusión entre la causa y el efecto de los fenómenos (no se da cuenta de que si juega con unas copas pueden romperse).

Estos fenómenos son propios del pensamiento del niño de 4 años e irán desapareciendo a medida que crece y va evolucionando su inteligencia.

Sandra Poveda Soriano

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