¿En qué estabas pensando después de leer el título? Probablemente en un elefante verde. Eso es debido a que el cerebro no es capaz de representar la negación. De hecho tampoco los sentidos pueden captar la negación. De forma que cuando decimos frases iniciadas con el NO nuestra atención se centra en aquello que queremos negar.
Al focalizar nuestra atención en lo que no queremos, es más probable que ocurra que si no decimos nada, ya que le estamos ayudando a elaborar una idea de aquello que no deseamos.
Y en nuestra relación cotidiana con nuestros hijos, ¿cuántas frases con negación utilizamos de forma cotidiana? Posiblemente muchas. Y ¿cuántos elefantes verdes ayudamos a ver? posiblemente muchos también.
«Marc, no molestes a tu hermano». Y Marc, ¿en qué piensa? Muy posiblemente en seguir «jugando» de nuevo con su hermano.
Si le decimos a Ainhoa: «No rompas el vaso» que lleva en sus manitas de 3 años, posiblemente su atención le centre una mala pasada al estar tan atenta a «romper el vaso»
De hecho cuando decimos a Juan que no pierda el tiempo en la play al irnos de casa, le estamos lanzando la gran idea de jugar a la Play y si no tenía esa idea ahora la tiene.
Y si el cerebro funciona con representaciones positivas, ¿no es mejor que adecuemos nuestro lenguaje a la mejor forma en que lo reciben nuestros hijos?
¿Por qué no le decimos a Marc que ayude a su hermano o que le deje estudiar, o cualquier imagen positiva?
También le podemos decir a Ainhoa que lleve el vaso con cuidado y lo deje en la mesa.
E incluso le podemos decir a Juan que lea un libro o haga los deberes antes de salir con los amigos.
Y si en positivo es más fácil la comunicación con nuestros hijos, ¿cómo le digo a mi mujer que no fume?
Y ¿cómo me digo a mí mismo, «NO les grites?
Alex Visús
Coach familiar, educativo y de pareja
