La risa y el buen humor es la mejor y más barata de las medicinas y combate, cuando menos, el mal humor. Los niños lo descubren de forma espontánea pocas semanas después del nacimiento. Esa primera sonrisa despierta en nosotros la mayor de las ternuras y los mejores sentimientos. Durante toda la infancia, la risa le acompañará y llenará nuestro hogar de uno de los sonidos más bellos. Cabe preguntarnos entonces si, como padres, cuidamos que nuestros hijos cultiven ese maravilloso sentido que es el del humor. ¿Procuramos que aprendan a reírse sin dañar a otros? ¿Cuidamos de que puedan ver en sus errores y en los nuestros una oportunidad de mirar las cosas con perspectiva? ¿Pasamos tiempo con ellos divirtiéndonos?
- Hablar con nuestra pareja sobre cómo vivimos y transmitimos en casa el sentido del humor.
- Podemos también hablar con nuestros hijos y preguntarles si nuestra familia les parece una familia divertida o si por el contrario, conocen alguna otra que les parezca mucho más alegre que la nuestra. Las respuestas pueden no sentarnos muy bien, por eso conviene estar seguros de que queremos oír lo que piensan y, más aún, que estamos dispuestos a poner soluciones que respondan a las expectativas de todos los miembros de la familia.
- Podemos practicar nuestra habilidad para apreciar el lado divertido de las cosas cuando vamos en el bus, en el trabajo o mientras hacemos las compras. Será un buen ejercicio en solitario que nos permitirá reflexionar sobre la necesidad de vivir con buen humor.
- Dedicar (cuando menos) una tarde a la semana para hacer algo divertido con nuestros hijos: puede ser salir a «buscar aventuras», ir a cazar renacuajos, pintar un cuadro con ellos o ir juntos al gimnasio, la playa, el campo o la piscina.
- Pasar una tarde en la cocina haciendo todo tipo de dulces para la familia.
- Preparar una cena especial en la que nos dediquemos a contar anécdotas, chistes o historias cómicas.
- Alquilar una película cómica y verla juntos mientras comemos las palomitas que un momento antes hicimos juntos en la cocina. A propósito, si somos capaces de destapar la olla en la que las estamos cocinando cuando empiezan a estallar, descubriremos cómo les hace reír ver saltar las palomitas por toda la cocina.
Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria
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