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Solo hay un elogio que motiva: el que llega al corazón

El elogio es más eficaz a la hora de motivar que un videojuego o una sesión de cine con amigos. Pero siempre que el elogio llegue al corazón y motive. Conseguir esto tiene un secreto:

Un buen elogio es el que describe el comportamiento positivo, el que es concreto y preciso, no el que valora de forma global. Es el que le dice a tu hijo qué hizo bien o que fue lo que te gustó.

Está bien: “Has hecho un buen trabajo”
Está muuucho mejor: “Tus deberes de matemáticas está muy bien hechos. Has cometido solo un error en las ecuaciones y la presentación es estupenda. ¡Felicidades!”

Está bien: “¡Eres un campeón!”
Está muuucho mejor: “Has metido un gol impresionante. Ese pase ha sido decisivo para el equipo. ¡Genial!”

Está bien: “Huy, qué castillo más bonito…”
Está muuucho mejor: “Este castillo de arena es muy grande y fuerte. Me gusta porque has conseguido hacerlo más grande que el anterior. Quizás aguantará más las olas…”

No sirven todos los elogios. Un elogio eficaz es el que describe y da motivos, no el que adula.

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