Cada vez es más grande y más espabilado. El feto practica cada día una tabla minuciosamente elaborada de movimientos físicos para probar su cuerpecito y ponerlo a punto. Ya distingue la luz de la oscuridad, saborea el medio en el que vive, empiezan a abrirse los dos agujeros de la nariz y comienza la actividad cerebral. ¿Alguna cosa más? Por supuesto. Ya está tan formado que, si naciera ahora, tendría grandes probabilidades de sobrevivir. Pero mejor esperar unas cuantas semanas más.
¡Enhorabuena! Ya habéis llegado al último mes del segundo trimestre. A lo largo de estas semanas, vuestro futuro bebé casi doblará su peso, pasando del medio kilo a los 850 gramos y aumentará su tamaño hasta llegar a los 24 centímetros. El aumento de peso se debe, sobre todo, al crecimiento y fortalecimiento de los músculos, huesos, órganos y tejidos. En cambio, el bebé no engorda casi nada y continúa sin demasiada grasa debajo de la piel, lo que le da un aspecto flaquito y con la piel toda arrugada. El útero pasa de tener el tamaño de un melón al de una pelota de fútbol… ¡y eso se nota! Quizás te cuesta respirar un poco, te cansas más y tienes calambres. Procura descansar cada cierto tiempo, cambiar de posición a menudo y dormir un mínimo de 8 horas.
¡Viva el movimiento!
Aunque ha crecido mucho, el feto todavía tiene mucho sitio para moverse y va a aprovecharlo al máximo: este es el mes de las patadas, las volteretas y los dobles saltos mortales. Tendrás muchos momentos en los que vas a ver cómo tu barriga se mueve de un lado al otro en función del sitio en el que tu hijo te clava el puño, el pie, la rodilla o la cabeza.
La vista y el gusto
El cuerpo del feto está cada día más proporcionado. La cabeza forma el 30% de la longitud total del cuerpo. Los ojos pasan todo este mes preparándose para abrirse: con su estructura básica ya casi completa, se acabarán de marcar los detalles de la forma y crecerán las pestañas y un poco de pelo en las cejas. Lo único que no puede verse es el color de sus ojos, porque el iris tarda más en pigmentarse. Pero se ha comprobado que, aunque el feto tenga los ojitos cerrados, si acercas una luz al vientre, el bebé gira la cabeza, por lo que algunos investigadores piensan que ya existe actividad en el nervio óptico y que el feto es capaz de distinguir perfectamente la luz de la oscuridad a través de la piel de su madre.
El líquido amniótico en el que flota felizmente el futuro bebé se va regenerando cada tres horas aproximadamente, producido por la madre a través de la placenta, las membranas del saco amniótico y la orina del bebé. El feto puede tragar liquido amniótico y las diversas sustancias que flotan en él. Y, aunque quizás no te lo creas, puede saborearlo ya que está desarrollando sus papilas gustativas. Y no sólo eso… sus pequeños dientes ya viven escondidos en sus encías preparados para, dentro de unos cuantos meses, morder todo lo que encuentren por delante.
Estómago, pulmones y cerebro… ¡Imprescindibles!
El tubo digestivo cada día está más desarrollado y algunos órganos como el páncreas han comenzado a producir alguna de las sustancias que serán imprescindibles para la futura vida del bebé, como es el caso de la insulina, que permite que las células sean capaces de incorporar al cuerpo la glucosa de los alimentos.
Los vasos sanguíneos de los pulmones y las cavidades pulmonares se están desarrollando a buen ritmo, cosa que permite que en poco tiempo comience la actividad pulmonar. Aunque los pulmones son todavía muy inmaduros para respirar y no tendrán aire en su interior hasta que el feto abandone su medio acuático, el futuro bebé practica la inspiración y la espiración llenándolos y vaciándolos de agua. El cerebro también empieza a hacer sus primeros pinitos: comienza la actividad cerebral, muy ligada a los sistemas auditivos y visuales. En estos momentos sus ondas cerebrales son muy similares a las que tendrá en el momento de nacer.
La forma final que tendrá la columna vertebral, con sus 33 anillos, 150 articulaciones y 1000 ligamentos, ya empieza a definirse. Para poner a punto todos los huesos, músculos y posibilidades de movimiento, el bebé practica diariamente una larga y elaborada tabla de ejercicios que, además de puñetazos y patadas, también incluye movimientos respiratorios.
Reacciona ante los estímulos externos
Cada vez percibe mejor los estímulos del mundo exterior: se mueve con la luz, el sonido o las presiones sobre el abdomen. A través de un escáner cerebral se puede observar cómo el futuro bebé reacciona ante el tacto y tu puedes notar que, si te tumbas en la cama en alguna posición que no le gusta, el feto comienza a moverse con fuerza para hacerte cambiar de posición. Debemos tener cuidado estos días de no tropezar y golpearnos el abdomen. Puede ser un buen momento para que los dos, padre y madre, le pongáis música, habléis con él y hagáis masajes suaves en la barriga materna para comunicaros con vuestro futuro bebito.
Redacción Solohijos, con el asesoramiento de Lluís Marcet
Ginecólogo y obstetra de la Clínica Teknon de Barcelona