Después de explicarles a mis alumnos más pequeños qué es el cerebro y para qué sirve, les pregunto: ¿Sabéis cúales son los alimentos preferidos del cerebro? ¿Los que le permiten crecer muuuucho y ser más inteligente? Ellos dicen de todo: necesitan chocolate, chuches, ver dibujos animados o el masaje en la cabeza de mamá. A todo les digo que sí pero que «hay algo mejor», una y otra vez. Hasta que locos de curiosoidad me preguntan: ¿y qué es lo que come el cerebro y lo hace más inteligente? ¡Dilo yaaaa, por favor!, con curiosidad y algo de desesperación… A lo que les contesto con gran naturalidad: el alimento que más le gusta al cerebro para crecer es la lectura.
Siete «malos» consejos para que tu hijo odie la lectura
- Obligarle a leer. La animación a la lectura difícilmente se consigue por imposición. Obligándole solo conseguirás la reacción adversa: que se aleje de la lectura y la viva como un castigo o una tarea desagradable. A leer se invita, se motiva, se seduce; nunca se impone.
- Obligarle a acabar el libro que empieza. Si no le gusta el libro que ha comenzado, ¿por qué no lo puede dejar? Se trata de que se enganche a la lectura, no de que lea libros sea como sea. Si éste no le gusta, deja que pruebe con otro. Quizás dentro de un tiempo esté preparado para retomar el que acaba de dejar a mitad.
- Revestir la lectura de una connotación negativa. Frases como «Te dije hace 15 minutos que apagases la TV, estás castigado; vete a tu habitación a leer” o “Hasta que no acabes ese capítulo no hay ordenador” son perfectas para que tus hijos aborrezcan los libros.
- Presionarle para que lea libros que no le atraen o para los que no está preparado. Si a tu hijo le gusta la fantasía, ¿por qué te empeñas en ofrecerle libros de batallas navales o de la II Guerra Mundial? En lugar de decirle: “hazme caso, este libro te gustará, yo lo he leído y es estupendo, no seas cabezota” hazle caso tú a él y respeta sus gustos. Quizás ahora no es el momento de guerras y batallas. Con paciencia, todo llegará.
- Tratar la lectura como una signatura escolar. Deja de diseccionar su libro, de preguntarle sobre los personajes, sobre el argumento, sobre sus valores… ¡pareces su profesor en lugar de su padre! Tiene derecho a leer disfrutando y no analizando cada párrafo para luego pasar tu examen.
- Compararlo con otra persona lectora. “Si leyeras tanto como María no sacarías estas notas”, “yo a tu edad leía un libro a la semana”, “deberías pedirle sus libros a Carlos, él sí que es un buen lector y te ayudará…” Estas son las frases perfectas para que decida rotundamente no volver a abrir un libro.
- Aceptar que a tu hijo no le gusta leer y dejar de motivarlo. La lectura es lenguaje, comunicación, y como tal necesita un proceso natural que es necesario respetar. Si tu hijo no se ha enganchado a la lectura todavía, no tires la toalla. Quizás necesita más tiempo para madurar, quizás no ha acertado en la selección de los libros… Ten paciencia y no abandones. Si lo haces, tu hijo también lo hará.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com
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