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Tu hijo en el primer mes de embarazo: el milagro ha comenzado

Aunque quizás no sepas todavía que estás embarazada, tu futuro bebé ha empezado a dar los primeros pasos del largo camino que le queda por recorrer. Tiene mucho trabajo por delante y todo es nuevo para él: sus células deben organizarse, los órganos tienen que formarse y las funciones de su cuerpo diferenciarse para poder funcionar fuera del útero materno. Seguro que necesitará toda tu colaboración. Tu cuerpo todavía no ha sufrido ningún cambio importante, pero dentro de ti están ocurriendo cosas fascinantes.
La fecundación

Como cada mes, el óvulo sale del ovario y comienza su viaje por la Trompa de Falopio. Pero este mes es diferente. En menos de 24 horas el óvulo llegará al sitio exacto donde se encontrará con el espermatozoide. El espermatozoide, por su parte, tiene que atravesar los 18 centímetros que separan la vagina del lugar en el que se encuentra el óvulo. Es una distancia muy corta, pero está tan llena de dificultades que sólo los más capacitados pueden llegar a su destino final: de los 300 millones de espermatozoides que entran juntos por la vagina sólo un centenar llegará al extremo de la trompa de Falopio, y sólo uno podrá atravesar con su cabeza la pared de la célula femenina.

En el mismo momento en que el espermatozoide penetra en la célula femenina, ésta sufre una serie de reacciones químicas que cierran una membrana protectora que impedirán el acceso a ningún otro espermatozoide. Mientras tanto, el espermatozoide elegido se desprende de su cola y penetra su cabeza en el óvulo con toda su carga genética al descubierto. Las dos cargas genéticas se encuentran en el centro del óvulo y, después de varios segundos de estar una delante de la otra a modo de presentación, se tocan y se fusionan en una sola célula: es el preciso y precioso instante en el que tiene lugar la fecundación, el momento único, misterioso e irrepetible en el que quedan dibujados para siempre los caracteres de nuestro hijo. Una vez unidas las dos cargas genéticas, los cromosomas de la célula masculina buscarán a su pareja en los cromosomas femeninos. De este baile de parejas resultará una nueva célula con 46 cromosomas llamada Zigoto.

La nidación

Este huevo inicial es como un laboratorio vital al que no le falta de nada y que se encuentra en plena actividad desde el principio. Las innumerables secuencias de ADN se van descodificando unas después de las otras, proceso gracias al cual van saliendo las órdenes que organizarán a todas las células para que cada una cumpla su papel y sepa qué tiene que hacer y dónde tiene que ir. Resulta asombroso saber que, aunque es una persona nueva, única y diferente que nunca antes se ha formado, lleva en su interior toda la información necesaria y las instrucciones precisas para su correcto montaje.

Al cabo de un día y medio de la fecundación, las células empiezan a dividirse primero en dos células, luego en 4, en 8, 16, etc. Cuando se alcanza la fase de las 16 células, el zigoto se llama mórula, porque se asemeja mucho a una mora. Las células siguen dividiéndose y empiezan a formar una pelota hueca llamada blastocito. Durante el sexto día, el nuevo ser está formado por varios centenares de células. Mientras se va dividiendo, el huevo fertilizado viaja a través de la trompa de Falopio y entra en el interior del útero. Una vez allí su vida depende de encontrar un lugar en el que adherirse y echar raíces. Por eso se esfuerza para que todo salga bien: las células externas del embrión erosionan los vasos sanguíneos del útero de la madre buscando un lugar al que agarrarse y acaba implantándose en el endometrio.

Sabemos que cada mujer cuenta con un poderoso ejército de células capaces de aniquilar cualquier cuerpo extraño que penetre en su territorio. ¿Por qué, entonces, no rechaza al embrión como a otro cuerpo extraño? No se conoce bien el por qué de este maravilloso proceso, pero se sabe que el útero recibe órdenes a través de las hormonas, de no rechazar ese cuerpo que se ha instalado en su seno, y que unas células especiales llegan para ayudar al intruso a colocarse cómodamente.

De esta manera, trece días después de la fecundación tiene lugar la nidación, momento en el que ya podemos comenzar a hablar de embarazo.

El desarrollo del embrión

Correctamente instalado y alimentado, el embrión empezará a crecer y a desarrollarse rápidamente. Las capas externas de células se encargarán de formar la bolsa amniótica, el cordón umbilical y la placenta: tienen que construir una cabaña para el embrión en el organismo materno en el que pueda alimentarse, protegerse y mantenerse limpio de residuos.

Las células internas del embrión se colocan en tres capas en forma de disco, y serán las encargadas de formar al bebé durante los próximos 9 meses. Cada una de estas capas va a dar origen a tejidos especializados que a su vez serán el origen de todas las demás células. Tres tipos distintos de células se están formando rápidamente:

  • Las células del ectodermo: encargadas de crear todo el sistema nervioso central, el cerebro, la piel, el pelo, así como los ojos, orejas, nariz y el esmalte de los dientes.
  • Las células del mesodermo: encargadas de fabricar el esqueleto, el sistema sanguíneo y linfático, los ovarios, los testículos y la masa muscular.
  • Las células del endodermo: crearán el sistema gastrointestinal, los riñones, el páncreas, el hígado, los pulmones y la tiroides.

En el embrión, plegado en forma de «C», empieza a desarrollarse un espinazo que es el principio del cerebro, la médula espinal y los nervios (el sistema nervioso central). La bolsa amniótica es visible así como la vesícula vitelina. El futuro bebé está en un periodo de rápido crecimiento y desarrollo en el que todos sus órganos externos e internos comienzan a tener su estructura básica.

¿Y a partir de ahora qué?

El óvulo, en el momento de la fecundación, medía sólo 130 micras y pesaba diez millonésimas de gramo. Hasta el momento del parto deberá multiplicar su longitud por 4.000 y su peso por 200 millones. Durante los tres primeros meses de embarazo, el embrión no aumentará mucho de tamaño porque está demasiado ocupado en otras tareas: debe formar todos y cada uno de los órganos vitales, las extremidades, los huesos, los elementos de la cara, los órganos sexuales y hacer su primer pipí. Así que lo de ganar peso y tamaño lo deja para más adelante.

Al final del primer mes de embarazo, cuando seguramente la mujer se haga la prueba para saber si está en estado, el pequeño inquilino que lleva dentro, apenas mide medio centímetro y pesa 1 gramo, pero ya tiene un sistema de circulación sanguíneo primitivo y un minúsculo corazón casi invisible que ha comenzado a latir.

 

Redacción Solohijos con el asesoramiento de Lluís Marcet
Ginecólogo y obstetra de la Clínica Teknon

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